
Piensa en esa persona que ha compartido su intención de dejar de fumar, y en esa otra que un día te ha sorprendido porque ha dejado de fumar.
La segunda ya sabemos que ha dejado de fumar, ¿y la primera? ¿lo ha dejado?
Puede ser, pero el hecho de haber compartido sus intenciones lo hace menos probable.
Cuando contamos nuestras intenciones se produce un fenómeno llamado “realidad social”. Decimos algo, otras personas lo escuchan, y ese hecho ya es percibido como real, sea real o no lo sea.
Hablar de nuestros proyectos con otras personas crea una ilusión de que en parte ya se ha llevado a cabo. Confundimos el decir con el hacer.
Compartir nuestros planes nos hace sentir bien. De alguna manera estamos “robando satisfacción” que sólo deberíamos recibir a la finalización del proyecto. Esto nos hace perder motivación, recibimos la aprobación de los otros sin haber hecho el trabajo duro, algo necesario para alcanzar nuestra meta.
Sentirnos satisfechos nos frena a buscar aquello que debería reportarnos la satisfacción, el finalizar el proyecto.
Si no puedes resistirte a contar tus planes, hazlo de forma que te ayude a conseguirlo.
¿Cómo contar tus planes sin perder motivación?
Genera una deuda, “Voy a dejar de fumar, si el día 30 sigo fumando, te invito a una cena”
Pide a los otros que te empujen, “Quiero correr una Maratón, tengo que entrenar 4 días por semana durante los próximos 3 meses. La próxima vez que me veas pregúntame si estoy cumpliendo mi objetivo”
Saber más:
Uno de los primeros psicólogos en describir este fenómeno ha sido Kurt Lewin, con la teoría de la sustitución. Más recientemente Peter Gollwitzer ha realizado nuevos experimentos, llegando a las mismas conclusiones.