El hámster Zhu Zhu fue el regalo estrella en EEUU en las navidades de 2009, para quien no lo conozca, se trata de un pequeño hámster de juguete con ruedas que emite diferentes sonidos, como el cacarear de un gallo, el mugido de una vaca, o unos pitidos que se supone imitan el sonido de un hámster. Es un juguete relativamente barato, cuesta 10 dólares, pero durante las navidades del 2009, se revendían en ebay por hasta cinco veces su precio. ¿Qué ocurrió para que el hámster Zhu Zhu se convirtiese en el regalo estrella?
El fabricante del hámster Zhu Zhu, Cepia CLL, ideó una exitosa campaña de marketing viral para promocionar su producto, y alcanzado el éxito, hizo algo todavía más ingenioso. Primero entregó en forma de regalo hámsters Zhu Zhu en hospitales, competiciones deportivas, y zoos. Después patrocinó unas trescientas “fiestas hámster” a las que sólo se podía asistir mediante invitación. En esas fiestas se entregaba un hámster obsequio a influyentes madres blogueras. Además organizaron un evento a través de Twitter y una importante emisora de radio, en la que la presentadora moderó un debate interactivo entre fans de la mascota Zhu Zhu, donde los entusiastas poseedores del hámster compartían lo que hacía tan especiales a sus “mascotas”. Esto provocó una enorme presencia del juguete en las conversaciones y en diferentes medios, las madres de todo el país oían hablar y leían sobre el hámster Zhu Zhu donde quiera fueran, lo que provocó que las existencias del deseado juguete se agotasen en todo Estados Unidos.
Fue entonces cuando Cepia CLL hizo algo muy hábil, comenzó a fabricar MENOS mascotas Zhu Zhu, con la intención de limitar las existencias para hacer creer que la demanda era aún mayor. Esta sensación de escasez activa nuestro miedo a perdernos algo. Ese miedo llevó a que en el año 2008, durante el “black Friday”, un empleado de Wal-mart de 34 años, muriese pisoteado por una avalancha de clientes impacientes por entrar.
La historia del hámster Zhu Zhu es un gran ejemplo de una campaña de marketing viral, también es un ejemplo sobre cómo las estrategias de manipulación a veces consiguen anular la inteligencia humana. Yo todavía me pregunto qué me llevo a comprar un Tamagotchi.
A ver cuando escribes un post de la psicología de los gallegos. Un saudo.
Anoto la sugerencia, 😉